Un tema que preocupa a muchos matrimonios es la amenaza invisible de la infidelidad; esta impacta profundamente en la psique de una persona y deja una herida difícil de sanar. También representa diversas problemáticas de índole económica, especialmente si existen hijos de por medio.
Cuando ha sido detectada, no queda otra opción más que enfrentarla y tomar las acciones pertinentes encaminadas ya sea a salvar la relación o a disolverla. En cuanto a la disolución, existe un temor generalizado de parte de los implicados, quienes a menudo se realizan cuestionamientos tales como ¿puedo perder a mis hijos? ¿Es tardado? ¿Es caro? La infidelidad como causal de divorcio fue removida junto con las otras que existían, en la reforma legal que sufrió el Código Civil en el año 2008. Esto quiere decir, en pocas palabras, que para solicitar el divorcio no se exige ninguna causa particular, simplemente basta con la existencia de voluntad de una de las partes para divorciarse, aun cuando la otra de ellas no estuviera de acuerdo.
A partir de este evento, aparecieron los divorcios popularmente llamados “exprés”, cuya duración es sustancialmente menor a los extensos juicios que anteriormente se llevaban a cabo.
Es común que al haber hijos involucrados se produzca el temor a perderlos, como consecuencia de la separación. En este sentido es importante mencionar y aclarar que la custodia legal de los menores puede ser compartida entre los padres, o bien, estar a cargo de sólo uno de ellos (por regla general, a cargo de la madre si tienen menos de 12 años).
Todo el proceso de custodia depende del interés superior del menor, tutelado en todo momento por el Juez de lo Familiar; del convenio arreglado por los padres y de las condiciones y aptitudes de cada uno para desempeñar el cumplimiento de sus obligaciones.
El procedimiento del divorcio es relativamente sencillo sin embargo no existe un tiempo exacto, pues depende de la carga de trabajo del Juzgado y de la eficiencia del abogado a cargo de llevarlo. Puede estimarse con una duración de 4 a 6 meses, si no existe alguna complicación originada de la distribución de bienes (si el matrimonio fue por sociedad conyugal), o por cualquier índole relacionada con los hijos menores de edad como la guarda y custodia, o la fijación de una pensión alimenticia para los mismos... situaciones que pueden alargar dicho procedimiento indefinidamente.
Su costo, por otra parte, no es estimable dada la fluctuación de precios que existen de abogado a abogado; sin embargo, en este tenor es conveniente brindar mayor importancia a la confianza transmitida por la persona responsable de su asunto, y a los resultados que produzca.
En última instancia se debe recordar que se encuentran de por medio cuestiones delicadas de temática familiar, las cuales afectarán el curso de las vidas de los interesados. Si bien es trascendental cuidar el patrimonio, no debe ser este un factor determinante para elegir divorciarse o no.
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