Cuando se revela una infidelidad es una situación muy dolorosa, catastrófica, que inclusive merece la conceptualización de evento traumático, porque la traición es vivida en muchos niveles: decepción, abandono, rechazo y humillación, es decir todo aquello que “el amor” prometía para protegernos y hacernos sentir seguros.
Una característica del matrimonio a partir de mediados del S. XX hasta nuestros días, es que se convirtió en una especie de paraíso mítico en el que se cumplirían todos aquellos deseos que tuviéramos para nuestro bienestar. Al revelarse una infidelidad, todo se derrumba y pareciera que no hubiera de donde poder agarrarse.
Realmente yo como psicoterapeuta y psicoanalista, recomiendo que siempre que se revele una infidelidad, la pareja acuda con un especialista a un proceso terapéutico, ya sea porque hayan decidido separarse, porque deseen reconstruir su relación o porque no sepan qué quieren hacer.
Lo primero que debemos de tomar en cuenta para salvar una relación después de una infidelidad, es el hecho consciente de que ambas partes de la pareja desean hacerlo y están dispuestos en trabajar en ello. La primera fase o período de trabajo terapéutico, es complejo y complicado porque oscila entre la rabia y el perdón, entre la vigilancia y el deseo de confianza, entre el sentimiento de devaluación, de desamparo y el de humillación. No es extraño que la persona que sufrió la infidelidad quiera saber absolutamente todos los detalles de la misma. Poco a poco se le hará entender que los detalles minuciosos no son útiles para avanzar y hacen caer a la pareja en un vínculo sado-masoquista que termina erosionando más al vínculo.
Es común que la parte ofendida sienta deseos de venganza como resultado de la herida narcisista, de ahí que es mejor trabajar en reparar el sentido de valía personal separando los sentimientos acerca de nosotros mismos, de lo que la otra persona le hizo sentir, para entender que la autodefinición no está en manos del otro sino de uno mismo. Además, hay que rescatar que existen partes de la persona que son amadas, valoradas, respetadas y apreciadas por otros, inclusive por la pareja que tuvo la infidelidad.
La persona que fue infiel puede expresar su sentimiento de culpa, de empatía y su deseo de reparar, pero esto no es suficiente para restaurar el sentimiento de autoestima en el otro. Como menciona Esther Perel (2017), es crucial poder reafirmar la importancia y centralidad del otro en su propia vida. Hay que acompañarlos para atravesar ese fangoso camino del reclamo, de la duda, de la desconfianza, de la rabia, de la proyección de culpas y el dolor, siempre bajo un contrato de no violencia, ni humillación.
Debemos entender que hay muchos niveles de infidelidad (ver pornografía, un masaje con final feliz, tener una relación virtual con un conocido o desconocido, salir a tomar una copa y darse un beso, tener una relación sexual circunstancial o una relación amorosa paralela al matrimonio o pareja estable). La manera en que una infidelidad afecte a una persona, tiene que ver con su personalidad, sus carencias, sus expectativas, ideologías y sensibilidades, así como con el género y la cultura en que se haya desenvuelto.
Una vez que se sale de la tormenta afectiva anterior, es momento de la reflexión y comprensión de lo que llevó a la persona a tener una infidelidad. Es decir, analizar tanto lo que le pasaba a la persona en particular, como lo que la pareja estaba viviendo que fue un caldo de cultivo propicio para que se diera la experiencia de infidelidad. Esta fase es trascendental, pues sin una comprensión profunda de ellos mismos y de la relación, no puede haber perdón ni reconstrucción. Sabemos que una infidelidad puede destruir una relación de pareja, puede sostenerla, pero también puede forzarla a cambiar o crear una nueva forma de relación.
La pareja en cuestión debe comprender que la infidelidad deja un legado y deben descubrir qué tipo de legado desean tener en el mediano y largo plazo. Deben cuestionarse qué sentido le darán a la infidelidad. Junto con el terapeuta de pareja, deben encontrar los medios para restablecer la confianza, pues sin confianza no puede haber un vínculo saludable. Tener confianza implica tolerar y aceptar que la vida tiene un alto grado de incertidumbre pero que podemos transitar por ella con seguridad. Debemos tener presente que perdonar no es olvidar, pero sí conlleva volver a confiar y a sentirse en paz en la relación. Solamente si cada uno de la pareja se cuestiona sus posibles fallas, sus vulnerabilidades, sus deseos, sus necesidades y lo comparte con el otro, es que entonces será posible, quizás, salvar realmente una relación después de la infidelidad.
Quiero recomendar algunos libros que serán de ayuda para quienes estén interesados en el tema:
1.- Esther Perel, 2017. “The State of Affairs: Rethinking Infidelity”. Harper Eds.
2.- Felix Velasco, 2016. “Es posible el amor en el S. XXI? Ed. Trillas
3.- Rafael Manrique, 1996. “Sexo, erotismo y amor”. Ed. Libertarias/Prodhufi.
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