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Raúl Miranda

¿Cómo comunicar mis fantasías sexuales a mi pareja?



Primero que nada, debemos enfatizar que, si bien el deseo sexual es reforzado por los componentes biológicos, la forma como imaginamos que puede satisfacerse dicho deseo es indudablemente de origen psíquico.

Las fantasías sexuales se nutren de la fuerza que les da la biología, pero su contenido depende de memorias de sensaciones guardadas en nuestro cuerpo que conforman los contenidos internos de cada persona, para finalmente convertirse en contenidos que pueden traducirse en imágenes en el pensamiento y finalmente requerir convertirse en palabras para comunicarlas a alguien.

De modo que un paso fundamental para comunicar las fantasías sexuales es conocerlas, esto es posible si tenemos una actitud de apertura hacia las mismas, es decir se debe tener una actitud de escucha hacia el propio cuerpo y sus procesos tanto emocionales como fisiológicos, una práctica que auxilia en este sentido es la auto estimulación, o masturbación. Dicha conducta generalmente aparece como una conducta espontánea como expresión del deseo sexual que se convierte en acción que busca la gratificación y el placer, generalmente al menos en nuestra cultura, la masturbación se descubre sin mediar ningún tipo de enseñanza, y aunque las técnicas de masturbación son generalmente semejantes, cada individuo desarrolla modalidades personales.

La masturbación pues, nos permite asociar el deseo que surge del organismo biológico con sensaciones corporales ya convertido en procesos psíquicos, emocionales y preceptúales, que inicialmente son procesos desconocidos para la propia persona y es necesario conocerlos y reconocerlas para integrarlos como propios, durante el desarrollo, una vez que se descubre la masturbación dichas sensaciones son susceptibles de ser pensadas, de ahí que podamos ligarlas a imágenes que puedan representar dichas sensaciones, cuando el contexto cultural provee imágenes positivas, el desarrollo continua por este camino, si por el contrario el contexto cultural, ofrece imágenes negativas del erotismo y de su expresión corporal puede llegar incluso a el intento de la prohibición mediante una educación restrictiva, dichas imágenes sufren intentos de cancelación por mecanismos psíquicos intensos como es la represión de sus contenidos o la separación de los mismos de un grupo de “pensamientos buenos”, catalogando a dichos pensamientos como malos, la represión puede incluir los procesos corporales y cancelar los mismos de manera que se prohíbe la masturbación y se intenta cancelar las sensaciones y los procesos asociados a las misma. Generando entonces una aparente ausencia de sexualidad. El resultado de una represión demasiado intensa es que dichas personas no tendrán fantasías sexuales, eso no quiere decir que desaparezca el deseo, sino que este tendrá que buscar otros caminos. En ocasiones, lo deseado se descubre en el prójimo; en los otros, con dos posibles actitudes, una es de intentar ejercer la prohibición incluso en los otros, los deseos proyectados y se intenta controlarlos y prohibirlos también en los demás, es un ejercicio de censura constante, o por otro lado, se generan expectativas de anhelos silenciosos de que el otro despierte los propios deseos y otorgue el permiso de vivirlos ya sea por imposición o por seducción, hay deseo de ser seducido o que el otro tome la iniciativa de las actividades sexuales.

Si la persona vive su masturbación de manera positiva para su desarrollo, entonces podrá admitir en su pensamiento imágenes de sus propios deseo y será capaz de buscar la forma de convertirlas en experiencias reales, si las admite en su pensamiento y puede sentirse cómodo al hablar de ellas entonces puede solicitar a su pareja su participación para poner en acción dichas fantasías, si el partener sexual comparte y comprende dicha comunicación que generalmente es en dos niveles, por un lado a nivel de palabras para generar un contexto de confianza y un puente de comprensión, entonces se puede poner en acto dichas fantasías y poner en juego el despertar las sensaciones corporales mediadas por dichas fantasías, de modo que se convierte en una interacción entre dos o más parteners erótico sexuales que comparten el hablar de sus fantasías y en el lenguaje corporal ponen en acción actos que estimulen al cuerpo y sus memorias que permitirán avanzar a la culminación del deseo sexual que es el clímax orgásmico.

Cuando la represión prevalece sobre el deseo, la persona vivirá convencida de que la sexualidad no le hace falta, si su represión es moderadamente funcional, no podrá admitir en su pensamiento sus inquietudes sexuales y requerirá de su pareja que ésta tome la iniciativa y la responsabilidad de la vida erótica de ambos sin asumir la responsabilidad de la satisfacción de sus propios deseos. Esta modalidad de sexualidad es más frecuente de lo que se piensa, es cuando la sexualidad se traduce en encuentros eróticos silenciosos, tanto al momento de llevarlos a cabo y especialmente después; es algo que se hace, pero de lo que no se habla, es un secreto no hablado, puede ser satisfactorio si se encuentra afinidad, sin embargo, las insatisfacciones o inquietudes más allá de lo ocurrido quedan silenciadas.

Finalmente cuando una persona tiene una actitud positiva ante sus propios deseos, hacia su cuerpo y la respuesta erótica del mismo, podrá concebir en su pensamiento sus deseos sexuales y darles forma como fantasías y de éste modo será capaz de hablar de las mismas y compartirlas con su pareja, continuando el desarrollo erótico en pareja, en un círculo de retroalimentación positiva, en donde el encuentro erótico puede enriquecerse al solicitar y guiar a la pareja en las formas y modalidades más excitantes y gratificantes sin que hablarlo amenace el encanto o interrumpa el goce del encuentro erótico y después de los encuentros puede compartirse comentando acerca del mismo y hacer planes para futuros encuentros, donde se incluyen las fantasías e inquietudes de ambos miembros de la pareja, en proceso interminable de desarrollo erótico, en donde se va enriqueciendo más y más la experiencia sexual sin temor a la experimentación y que permite fortalecer sentimientos de apego, confianza y gratitud con la pareja.


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