La convivencia de las parejas en los últimos años se ha visto minimizada por el aumento de divorcios y separaciones que son el resultado de la acumulación de las fallas en la unión.
Existen varios estresores dentro de la vida de una pareja que ponen a prueba la relación a través de los años. Estos estresores pueden ser: la falta de comunicación, la falta de respeto, falta de apreciación por el otro, la monotonía, la crítica, lucha de poder, los celos, la falta de entendimiento sexual, y un largo etcétera. Comento a través de este texto que, si los siguientes puntos son considerados, es muy probable que la pareja sorteará de mejor manera cualquier problema que se atraviese entre los compañeros.
1. El enamoramiento La afectividad es fundamental en el ser humano. Todas las personas, mujeres y hombres necesitan comunicarse afectivamente, vincularse con alguien. En el vínculo amoroso se entremezclan muchos factores conscientes e inconscientes, que muchas veces no son fácilmente reconocibles a la luz de la conciencia. El vínculo amoroso satisface muchas necesidades reales y neuróticas, y a veces psicóticas. El enamoramiento es una parte del proceso amoroso; una parte que confundimos e identificamos con el todo. El enamoramiento es un proceso afectivo y, como se mencionó, constituye una etapa en el curso del proceso amoroso.
2) Incapacidad para enamorarse Kernberg (1989) destaca las siguientes configuraciones: 1. Incapacidad casi total de establecer vínculos que combinen genitalidad y ternura con cualquier otro ser humano. 2. Promiscuidad sexual (generalmente heterosexual, pero en ocasiones perversa). 3. Primitiva idealización del objeto de amor (con una dependencia semejante a la actitud de aferramiento infantil) y cierta capacidad de gratificación genital. 4. Capacidad de establecer relaciones estables y profundas pero sin capacidad de gratificación sexual plena. 5. Integración normal de la genitalidad y la ternura con la capacidad de formar relaciones estables y profundas.
La formación de relaciones con el otro es consecuencia de la incorporación de tendencias primitivas (agresión y capacidad de tolerar la ambivalencia hacia el otro) bajo la forma de ternura, que es un requisito esencial para la capacidad de establecer un vínculo amoroso maduro. Esta integración permite que el erotismo de la superficie corporal se incorpore a la relación total. Más tarde, la ternura se amplía dando lugar a la capacidad de pleno goce genital. De lo anterior deriva la capacidad de formar vínculos totales, profundos, duraderos y con plena gratificación genital.
3) La madurez en el amor. Además de satisfacción genital, una verdadera relación amorosa incluye idealización, ternura y una forma especial de identificación. La necesidad de consideración y gratitud prolongadas y perpetuas, nos obliga a regresar, o incluso a no progresar nunca de la arcaica modalidad infantil de amor tierno. En resumen, lo que se llama amor genital es una fusión de satisfacción genital y ternura, pero es a través de la identificación genital que se expresa dicha fusión. La normal idealización del amor se opera al neutralizar el aspecto malo del otro mediante la reparación, y no a costa de mantener el carácter totalmente bueno del objeto idealizad.
El enamoramiento es un síntoma. El amor original está reprimido y la elección que se hace se parece a una imagen del pasado y de ella nos enamoramos. El enamoramiento es un estado emocional basado en la separación entre madre e hijo y que tiende a sobreponerse a esta separación, así como a ulteriores separaciones y pérdidas de objetos significativos.
La capacidad de enamorarse nos lleva a pensar que la capacidad de ternura y gratitud, fusionan dando lugar a una completa identidad sexual, esclarece los papeles sexuales recíprocos, cohesiona la identidad del yo y le otorga profundidad y madurez. La integración de la gentilidad en el vínculo amoroso da lugar a una transformación del enamoramiento inicial a un estado permanente de amor, que integra el erotismo y las tendencias genitales.
El amor reconoce y preserva la integridad individual de cada miembro de la pareja, su autonomía y su independencia. Favorece una relación de confianza y respeto mutuo. Cada integrante puede manifestar su potencial máximo ya que en la relación de pareja es donde ambos dan y reciben simultáneamente, similar al comportamiento sexual maduro. Recorren un proceso que inicia con el noviazgo y madura con la unión, donde la pareja va haciendo a un lado su postura infantil narcisista, para adquirir una actitud de crecimiento y desarrollo que le permita aceptar a las personas tal como son en un verdadero proceso de dar y recibir.
Cuando la pareja empieza a tener problemas, todo lo anterior debe revisarse con un profesional de la salud mental dentro de una terapia psicoanalítica para poder sortear todos los estresores de la vida diaria.
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