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Jorge Rafael Martínez

Consecuencias de la ruptura familiar.


Hay hechos sociales que al multiplicarse por millares generan fenómenos sociales que en no pocas ocasiones pueden alcanzar niveles alarmantes y generar vacíos en las formas en las que una sociedad, comunidad, localidad o grupo humano esté acostumbrado a convivir, convirtiéndose potencialmente en un agente de desequilibrio social.

En este caso y al referirnos a la familia y su creciente fractura, debemos advertir que se construyen una serie de transformaciones, pasando de la “familia tradicional” como se tenía concebida e integrada por papá, mamá, abuelito, abuelita, el gato, perico, perro, etcétera, a nuevas formas de reagrupamiento de los núcleos familiares.

Hoy en día las separaciones, los divorcios y rupturas entre parejas, son ya una realidad cotidiana. Explicaciones hay muchas y es un fenómeno social que tiene muchas causas, es decir, es multifactorial. Las nuevas formas y roles sociales que tiene el género femenino, al tener más opciones laborales, académicas y derechos, convierte a la mujer en un actor social con presencia cada vez mayor en la toma decisiones en la mayoría de sociedades contemporáneas.

También y no es cosa menor, el papel sexual de la mujer ha cambiado de ser consideradas como pasivas en el rol sexual a tener una mayor participación y exigencia en el derecho al goce de su sexualidad (esto evolucionó definitivamente a raíz de los años sesenta). En sociedades con altos índices de machismo como la de nuestro país, ha sido todo un revolutivo social.

Influyen a la modificación y reestructuración de la “familia tradicional” el alto costo de los precios en los espacios habitacionales, la competencia brutal y encarnizada por empleos bien remunerados, un mayor costo de los alimentos y su producción, la cultura actual del crédito desbordado, una competencia y competitividad cada vez más agresiva, esto en todos los aspectos de la vida moderna, un medio ambiente más degradado que impacta a todo el planeta y eleva los niveles de estrés social. Todo esto en conjunto ha impactado terriblemente en la composición tradicional y la cohesión del modelo familiar clásico, tal y como lo concebíamos hasta hace unos 35 ó 40 años.

Las sociedades humanas a lo largo de su historia y diversas formas culturales necesitan por lo menos una generación completa para asimilar un quiebre o cisma de sus estructuras y poder regresar a niveles de viabilidad socio-político-económico-sustentables. En este sentido y vale la pena destacar que es el género femenino, quien tiene una mayor capacidad de adaptación y aprendizaje en menor tiempo a estos cambios en comparación al género masculino.

La familia nunca dejará de existir como núcleo de la sociedad, solo que retoma nuevas formas de adaptación a los fenómenos sociales ya comentados y es aquí donde el papel del Estado, de las Iglesias y la Sociedad Civil, juegan un papel fundamental para ayudar a construir un mejor entendimiento de los burócratas y funcionarios encargados de las áreas sociales y de salud pública de las Instituciones del Estado.

Trabajar cada vez más de cerca con psicopedagogos, con trabajadores sociales, sin descartar especialidad alguna de las ciencias sociales y buscando conformar cuerpos de expertos multidisciplinarios que den capacitación al personal encargado de estas Instituciones de desarrollo social educativo y de salud pública, a fin de que puedan generar realmente una “viabilidad socio cultural” a aquellas familias que sufren estas fracturas en sus sistemas tradicionales, ayudándoles a reincorporarse a su nueva realidad a la brevedad posible.


Se deben generar diversos modelos de reingeniería social adaptativa en favor de los miembros de cada familia, de acuerdo a la cultura, geografía, etnohistoria y etnografía y estos conocimientos ser adaptados y actualizados al ámbito tecnológico de cada grupo afectado.

Esto también con base en las nuevas relaciones familiares y sentimentales que se están generando a nivel mundial que rebasan toda lógica de fronteras a través de las tecnologías (internet, telefonía celular, etcétera) Lo cual, de alguna forma, también nos acerca a una mayor universalidad y posibles entendimientos nunca antes vislumbrados de nuestra esencia humana.

Los modelos a construir deben ser sobre tres ejes: El Económico, el Educativo y el Ambiental y fomentar: La Identidad de Grupo, con Iconografías y Simbologías sociales viables y aplicables, desde lo Individual hacia la Universalidad y viceversa que cada ser humano tiene por el simple hecho ser un miembro de una familia, independientemente de la estructura y situación social que guarde ese linaje en particular.

Aquí todas las áreas sociales son necesarias. El filósofo propone una serie de teorías, el antropólogo y el sociólogo encaminan esa unión hacia el análisis y trabajo de campo de los entornos de los grupos afectados por la creciente fractura de los sistemas tradicionales de familia, y con el psicólogo social, planean la ejecución de estrategias que llevarán a cabo el trabajador social con el psicopedagogo, con la atención y sinergia del psicólogo clínico y del psiquiatra.

A lo anterior se ocuparán de tener la capacidad de sensibilizar a diversas instituciones y de aplicar estas mecánicas de operación social, evitando que cada actor haga su propio camino, pues es un punto delicado y debe ser socializado con las diversas Iglesias desde la ortodoxa, católica, protestante, judía, budista, etcétera. El Derecho y los abogados garantizarán el marco legal operativo de esa nueva realidad de las familias.

Ya no bastan los ejercicios de catarsis colectivas, ni solamente el puro tratamiento clínico ya sea psicológico y psiquiátrico, deben integrarse en el sentido más amplio el espectro completo de las ciencias sociales, fundamentadas en Instituciones de Desarrollo Social y Salud Pública, realmente sensibles a interactuar con las Iglesias, en respeto y también con las Asociaciones Civiles que tanto aportan en la materia, pero esto fundamentado en la acreditación de la Academia, vía las Universidades que den “La Certificación” conducente a los procesos que comento.

Pretender establecer modelos de salud pública que ignoren la evolución de la familia, hacia nuevas formas de integración es por sí mismo y ahí sí, un punto de generación de escenarios, donde los integrantes opten por la deserción escolar o laboral, la depresión, mayor drogadicción, aumento en los índices de alcoholismo, más suicidios, etcétera.

A lo anterior hay que tomar en cuenta esta situación: Todas las soluciones siempre deben ir acompañadas de la reflexión que vivimos tiempos de una dinámica tecnológica y social sin precedentes en el mundo y que por ende las teorías y soluciones nunca podrán ser definitivas y deben ser revisadas, actualizadas y mejoradas constantemente.

La finalidad es dotar a los miembros de las familias al margen de su situación y nueva estructura, de: Identidad, Viabilidad Socio-religiosa-educativa y económica, a fin de que sus miembros desde la individualidad a lo colectivo y desde lo colectivo a lo individual puedan reproducir sus formas culturales con mayores oportunidades de éxito, generando nuevas formas de convivencia familiar.

La familia en cualquiera de sus formas y explicaciones teórico sociales, es y seguirá siendo el núcleo reproductor de la cultura humana, asegurar su viabilidad es deber del Estado, las Iglesias y la Sociedad Civil, mediante sus Instituciones en Educación, Universidades, Salud Pública, Desarrollo Social, Asociaciones Civiles y todas las representaciones y manifestaciones Religiosas existentes.



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