Es común que los padres sientan gran impotencia cuando los hijos abandonan el hogar, sin avisar a donde irán o dónde estarán. Son frecuentes las consultas para tratar de localizar a los jóvenes. Son más las mujeres, quienes regularmente lo hacen con los novios, afectadas por el descuido familiar y alborotadas por sus primeras experiencias amorosas, toman decisiones irreflexivas con consecuencias, muchas veces, desastrosas.
Como lo hemos comentado anteriormente, en muchos otros artículos, la desarmonía vivida en algunas parejas, su rompimiento, la falta de comunicación, la intolerancia y la violencia son factores que empujan a estos jóvenes a reaccionar y defenderse de manera instintiva; normalmente tratan de vengarse o llamar la atención, sin darse cuenta de los riesgos que esto implica.
No es tarea fácil mantener una comunicación estable con los hijos durante todo su proceso de crecimiento, sin embargo, es indispensable para poder entenderlos y guiarlos en su sobrevivencia; donde se realicen como individuos, de acuerdo a sus propios intereses y deseos, pero con respeto al marco social.
La comunicación suele ser un término muy trillado, pero de gran relevancia, significa trasmitir sentimientos, conocimientos y experiencias. Esto permite desarrollarnos y poder mejorar lo que hacemos. Los medios utilizados para transmitir estos conocimientos, hoy día tienen múltiples formatos: libros, videos, grabaciones, teléfonos, radios, t.v, conferencias, reuniones, etc., pero el más antiguo y básico es el empleado dentro de la familia, donde se trasmiten los principios y valores que perdurarán en el individuo para toda su vida.
El tema de la sexualidad es un concepto que apena a las personas al abordarlo, aun cuando es un hecho totalmente natural, cotidiano, primario y básico en nuestra sobrevivencia como especie; como muchos otros tópicos lo convertimos en tabú. El sexo siempre ha estado ahí, sino nosotros no estuviéramos aquí, pero lo hemos reprimido por siglos, quién sabe por qué tantos prejuicios.
Es un tema que debe tratarse con claridad ante los hijos, para poder verlo con naturalidad y como parte importante de su vida. Advertir, además, de la responsabilidad implícita en él y las precauciones que se deben de tomar.
Si atendemos la cuestión con seriedad, razonando y analizando con nuestros hijos, será asimilada de la misma manera, pero si tratamos de seguir ocultando o desviando el tema de la sexualidad, continuaremos desinformando y muy probablemente provoquemos que se actúe de manera equivocada.
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