Existen una gran variedad de comportamientos que nos pueden hacer presumir la infidelidad de nuestras parejas, hay algunos muy obvios y otros que no lo son tanto.
Normalmente los patrones de conducta se repiten entre las personas y son los que comúnmente se pueden apreciar, como por ejemplo: Poner contraseña al celular, esconderse para hacer llamadas o enviar mensajes, borrar el historial de llamadas y WhatsApp, cuidar celosamente el celular, cambiar las rutinas laborales o personales, extender las jornadas y días de trabajo, aumentar los viajes por compromisos laborales, frecuentar más a determinadas amistades, preocuparse por mejorar el arreglo personal, encontrarse en el vehículo objetos personales ajenos, volverse más distante, agresiv@ o indiferente con la pareja e hijos, entre muchas otras actitudes que van haciendo evidente el comportamiento diferente a las costumbres o rutinas que se tenían.
En todas estas actitudes o hechos podría existir una razón justificable y no ser necesariamente la manifestación de una infidelidad, ya que las personas en algunas etapas de la vida van cambiando sus circunstancias, conductas y percepción de su entorno, lo que puede dar origen a observar esos cambios inexplicables; sin embargo, la presencia de varios de estos hechos podría ser señal de la existencia de una infidelidad.
En estos casos normalmente persiste la duda, pero en muchas ocasiones a las parejas se les presentan hechos irrefutables, como cuando se descubren en los celulares o en las computadoras mensajes o fotografías que hacen evidente una infidelidad o en aquellas ocasiones que se escuchan de manera directa conversaciones que no dejan lugar a duda sobre esta situación. A todo esto, debe sumarse la participación de algún familiar, amig@ o vecin@ quien amablemente nos actualiza sobre el comportamiento de nuestras parejas, informando de algún avistamiento “comprometedor” con alguna otra persona o también aquellos casos donde l@s amantes frustrad@s envían recados a través de “buenas amigas” a los cónyuges de sus amantes con el objeto de evidenciar su infidelidad.
Pero existe un tercer nivel de experimentados y cuidadosos infieles, que son todos aquellos que de manera sigilosa, calculada e imperceptible tienen relaciones con un@ o más amantes, permanentes o esporádic@s. Este grupo de expertos infieles no modifican sus rutinas, actitudes o aspecto físico. Es casi imposible para la pareja identificar lo que realmente está sucediendo y en algunos casos llegan a pasar muchos años para ser detectados.
El rol del amante generalmente no es un estado que sea fácil de aceptar, aunque hemos observado algunas situaciones donde no les incomoda. Sobre todo, en el caso de las mujeres y no en los hombres, su instinto de posesión las hace luchar para ocupar el primer sitio, tratando de destronar a la pareja oficial mediante una fiera lucha por el amante, ya sea de manera indirecta a través de aplicar una buena dosis de encantos físicos y emocionales, hasta de forma directa mediante la confrontación personal. La rapidez en el abandono de la relación conyugal dependerá de los lazos que se hayan formado y el interés que se tenga para mantenerse, pero por supuesto que en esas circunstancias ya los ánimos y las emociones se encuentran en su punto más alto y normalmente incontrolable, por lo que las rupturas son prácticamente inevitables.
El temperamento, discreción o experiencias que se tienen para ocultar alguna relación extramarital influyen en lo evidente que pueda ser esta; cuanta más experiencia en el manejo del tema, el comportamiento se va haciendo más discreto; pero hemos notado que muchas veces de manera inconsciente las personas quieren ser descubiertas, sobre todo cuando existe un afán de venganza o hacer notar una inconformidad a la pareja; sin embargo en todos los casos, tarde o temprano las infidelidades siempre son descubiertas.
Comments