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Ruth Axelrod

Como sobrevivir dignamente a una ruptura



Me encantaría poder escribir una receta de cocina transparente y única, que tuviera muy claramente los pasos a seguir para salir airoso y fuerte de cualquier ruptura amorosa, sin embargo son tantas las variables que afectan a las personas cuando tienen que abordar esta situación que solo podré darles algunas alternativas de salud mental para poder aceptar y sobrevivir a que una relación romántica significativa ha terminado, valorando seriamente que quedarse es peor que aceptar que ya es tiempo de madurar que hay que volar.

Inicialmente, cuando uno se empareja supone, sostiene e imagina que hay dos voluntades parejas, dos seres que han quedado en un acuerdo de unión, dos personas que contestan afirmativamente al pacto maravilloso de quererse, de acompañarse, de tener un plan a futuro, de creer que podrán con la carga de comprometerse tanto consigo mismos, con su pareja y con las normas sociales del amor que no son pocas. Son dos para cuidarse, son dos para crecer… Los pactos duran solamente lo que pueden durar, a veces pocos meses a veces muchos años, y cuando solo alguno de los dos, solo uno ya no logra estar contento con el pacto inicial o su nivel de frustración ante la pareja y su destino ya no son aceptables, es posible que la decisión de la separación sea una alternativa real.

No es fácil para nadie salirse del compromiso, siempre hay mucho dolor por no lograr las metas que se pretendía, siempre este dolor se expande de la pareja a los hijos y a los propios padres, es decir, a los abuelos que reciben la noticia como trauma y que los afecta intensamente por la incertidumbre y el miedo sobre lo que pasará con sus hijos y nietos y como ellos, los abuelos, pueden ayudar a superar la ruptura y las consecuencias. Los amigos también son salpicados del miedo, de los conflictos de lealtad y la necesidad de elegir a cuál de los miembros de la pareja será siendo su amigo para apoyarlo a salir del duelo de la pérdida. Para terminar una relación solo es necesario que UNO de los dos se retire, no es necesario que haya acuerdo.

Es una decisión unilateral, hay pocas parejas que logran un acuerdo común. Uno se quiere ir y generalmente la otra parte desea mantener el compromiso. Ambos sufrirán el duelo, pero lo importante es asumir la responsabilidad compartida de que el proyecto llegó a su fin. No se trata de ver quien resulta culpable, sino de aprender en que falló el proyecto, o en que se ha equivocado cada uno. Aventar culpa no es buena idea.

No meter a los hijos en el proceso de destrucción o usarlos como misiles tampoco es buena idea. Para salir airoso de una ruptura se requiere la madurez de aceptar que uno no es perfecto, que se cometen errores y que no se pidió ayuda a tiempo. La ayuda puede ser profesional, espiritual, médica, familiar, religiosa o lo que se tenga a mano. Si hay necesidad de apoyo, entre antes, mejor.

Pérdida igual a duelo, duelo igual a tristeza y a veces a un poco de depresión, pero no mucha. Si se registra mucha depresión corramos a psicoterapia. La forma de comunicar al exterior es vital. Como se platique a los conocidos, familiares, vecinos, amigos y maestros lo que está sucediendo, es otra forma de cuidar la dignidad. No se trata de destruir la imagen de nadie, solo de explicar que las cosas ya no eran buenas para la pareja y la familia.

Cuando las parejas hablan tan mal de sus ex, brinca el odio y el daño se perpetua. Hablar con propiedad y respeto ayuda a mantener el impulso agresivo en su lugar y dar camino a nuevas alternativas sociales para liberarse de lo tóxico del ex amor que ya ha dado sus frutos y ha quedado solo en la memoria histórica.

No hay de que avergonzarse sino de sentirse orgulloso de que uno es capaz de aceptar que todo proyecto puede llegar a su fin con mucha dignidad.


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