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Raúl Miranda

¿Combatir la rutina sexual en la pareja?



Este es un tema de consulta muy frecuente. Tenemos la idealización de que en la vida sexual y factor de espontaneidad es fundamental, sin embargo, en una pareja establecida como desarrollo normal de la misma la espontaneidad debe ir dando paso a la familiaridad cotidiana, al inicio de una relación justamente por ello hay un completo desconocimiento de la otra persona, y la relación temprana permite justamente el descubrir al compañero o compañera en todas sus cualidades, virtudes o defectos. Dentro de estas características un área que gradualmente van develándose, es la expresión sexual en la intimidad de la pareja, en donde confluyen, concepciones personales acerca de la misma, que han de ser influidas recíprocamente y así construir los patrones de expresión erótica de la pareja.

Conforme que la pareja va teniendo vivencias conjuntas, van creando un saber sobre su sexualidad tanto personal, que se descubre a sí mismos por el ejercicio del expresión erótica, así como el saber sobre las preferencias y gustos de la pareja, y de esta manera en la interacción se va creando una historia del desarrollo erótico de la pareja como resultado emergente de la interacción de las potencialidades conjugadas de los miembros de la pareja. Dando pie finalmente a un “conocerse”, porque después de un tiempo se sabe cuáles son las preferencias personales y de pareja, creándose entonces una familiaridad y un confort que ha de sustituir a la expectativa ansiosa de desconocimiento, se sustituye en la incertidumbre por un conocimiento derivado de las vivencias compartidas. Un riesgo inherente a esta condición es que se devalúe frente a la idealización de lo espontáneo e impredecible, ya que ahora como producto natural del desarrollo se encuentra con un ejercicio erótico familiar impredecible, qué tenemos diferencia de lo rutinario, ya que si bien la familiaridad probablemente disminuya la intensidad emocional del encuentro erótico, también disipa temores y ansiedades sobre la aceptación o las dudas sobre el desempeño sexual o el atractivo físico para con la pareja.

Ahora estamos en una etapa de certidumbre de aceptación, que da estabilidad a la pareja así como proporciona, sensación de bienestar, los cuales son logros invaluables en el desarrollo de la pareja.

Cuando estos estados de estabilidad se convierten, en rutinarios es porque ya no responden a las expectativas, a los deseos a los proyectos de vida en la pareja. Es decir que es un proceso negativo de desvitalización.

Un riesgo contra el que se debe estar alerta, el espacio erótico en la intimidad debe cuidarse ya que es muy sensible y susceptible a ser ocupado por otros intereses y exigencias de la vida de pareja. En primer término, está el tiempo, al inicio de una relación una pareja busca hacer el tiempo para la convivencia como tal, incluso se aísla de compromisos familiares, sociales o laborales. Una vez establecida la pareja formalmente, esta tendencia de crear un espacio de intimidad exclusivo de la pareja generalmente deja de ser prioritaria ya que el objetivo está aparentemente logrado que es justamente constituirse como pareja. Sin embargo, si no se tiene conciencia de que es necesario preservar dicho esfuerzo, una vez constituida la pareja las fuerzas externas regresaran para reclamar espacio y tiempo, y si la pareja no cuida su intimidad, este espacio se verá colapsado. Así, en vez de convivir en pareja, recreando el espacio sexual, de manera cotidiana, este espacio será desplazado por compromisos de otra índole, reuniones familiares, con amigos o el trabajo mismo priorizado por ser un medio de desarrollo personal.

Así la intimidad sexual vera disminuida, no sólo el espacio tiempo en forma palpable, sino que el interés, el pensar acerca de, el deseo sexual y todo lo anímico relacionado con intimidad sexual se desvanece. Es decir, la rutina se establece por desinterés, porque una vez establecida la relación se adquiere una falsa seguridad, y se cae en el equívoco de que ya no se requiere seguir cultivando el interés de la pareja, se acaban los detalles y las alusiones al erotismo. Así como en un principio, se dedica mucho tiempo y mucho interés y se pone mucho afecto en el cortejo y en el romanticismo, lo que desde luego estimula el deseo y por ende aumenta y potencia la satisfacción erótica. Si estos pasos de preámbulo y preparación psíquica y emocional que anteceden a los encuentros eróticos se cancelan del mismo modo disminuirán proporcionalmente la satisfacción erótica siendo ello un motivo más del desinterés y la desatención a la intimidad sexual. De modo que actuar de manera inteligente y propositiva será no permitir que estos espacios se cierren, que las exigencias externas desplacen los espacios de la intimidad, y que los preámbulos cargados de afecto igualmente no se cierren porque de ello depende la satisfacción erótica de la pareja, que alimenta la poderosamente el vínculo y la perduración del amor y la atracción en la pareja. La rutina será entonces un silente implacable y poderoso enemigo de la estabilidad y satisfacción en la pareja.

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