El problema del narcisismo impacta en el concepto de pareja, ya que mientras en el primero la preocupación máxima es sobre su persona, es decir, “Recibir”; en el segundo el compromiso es apoyarse mutuamente pensando fundamentalmente en las necesidades del otro, es decir, “Dar”.
Esto es, si alguno de los integrantes de una relación, está más preocupado por su desarrollo personal o profesional, por su imagen, por sus logros económicos, por su aspecto físico, por los bienes que posee, olvidándose de los intereses de la otra persona, sus necesidades u objetivos, se está cayendo en un egocentrismo narcisista.
Las parejas como las familias tienen por objetivo fundamental la colaboración, para crecer en sociedad, procrear, alimentar, transmitir conocimientos y valores que sigan fortaleciendo a la comunidad, perpetuando la especie, en esa búsqueda constante por mejorarla.
El sentido más profundo es la colaboración y trabajar hombro con hombro compartiendo y enfrentando los vaivenes de la vida, es un concepto donde no debería de caber el egoísmo, es una búsqueda en la vida con complicidad, si bien es cierto con espacios naturalmente personales de entendimiento y realización, pero con un propósito superior que los abarca.
Cuando vemos en alguna persona crecida la soberbia de pensar que sus ilusiones y metas son las únicas viables, observamos comúnmente un duro desdén hacia la pareja, hijos o cualquier otra persona alrededor, lo cual por supuesto le nulifica igualmente la tolerancia, la comunicación y el entendimiento y esto a su vez hace que se deteriore su relación, iniciándose un proceso de alejamiento, infidelidad, violencia e infinidad de actitudes de auto- defensa personal cegadas por una densa niebla creada por su sobrevaloración personal.
Nosotros como detectives hemos visto pasar frente a nuestro escritorio a infinidad de personas que han sufrido ese desdén y que han quedado chicas ante los ojos de sus parejas, hoy día exitosas, con nuevos puestos de trabajo, mayores ingresos, reconocimientos y de más glorias. Todos estos logros “individuales y únicamente personales”, por supuesto los separan de sus antiguas parejas, las cuales sienten que no han contribuido en nada y que simplemente no son de su nivel profesional, económico, intelectual o de educación, por lo cual necesitan y buscan una pareja digna de su nuevo estatus social.
Es una realidad actual ver como mujeres y hombres que han dedicado años de sus vidas, su juventud o bienes; son desplazadas por otras personas que aparecen como ventajosas, olvidándose todo ese apoyo incondicional que obtuvieron de su antigua pareja.
Es lastimoso como esas personas desplazadas son comúnmente incapaces de poder trabajar o ejercer su profesión por su edad o haberla abandonado por años para dedicarse a las tareas del hogar, incapaces de asegurar su vejez por no contar con bienes, o simplemente recoger los frutos de lo sembrado con su pareja durante tantos años.
Otro caso muy frecuente hoy en día, es aquel en que ambos actúan de forma similar, buscando su propia realización y probando en la mayoría de los casos, caminos diferentes que se van distanciando conforme pasa el tiempo y las responsabilidades crecen, terminando finalmente como auténticos desconocidos, sin compartir ningún interés común, sentimiento u objetivo, engarzados únicamente por la costumbre o la justificación de los hijos, aunque regularmente acaban por separarse.
Hoy día prolifera en todos lados la idea del culto a sí mismo, hacia la vanidad y la satisfacción de cualquier deseo individual. Importa más mi súper yo que mi familia, amigos o comunidad, como si fuéramos los únicos habitantes del planeta que debemos alcanzarlo todo a costa de lo que sea, inculcando una cultura del súper egocentrismo, es decir el narcisismo, esto por supuesto, contrario al concepto de pareja. ¿Será por esto que la figura de familia se desmorona?
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