Es frecuente el descuido voluntario o involuntario hacia los adultos mayores, olvidando no sólo su presencia o condición, sino también sus necesidades y sentimientos.
Se da por sentado que su existencia es plena y autosuficiente, pues siempre se condujeron con seguridad y firmeza, sin darnos cuenta de que su fuerza ha menguado y paulatinamente han cambiado sus juicios y percepción. Los hijos se van y la velocidad de la vida disminuye; sus múltiples compromisos cotidianos desaparecen y la soledad reaparece, dejando a la pareja únicamente con sus sabores e insabores.
En estas condiciones, los matrimonios que sobrellevaron su andar juntos en la vida y enfrentaron cada una de estas etapas, complementándose y respetando mayormente sus diferencias, tendrán más posibilidades de soportar las venideras. Pero aquellas, quienes hicieron de su camino un andar tortuoso, inmersos en desavenencias, monotonía, intolerancia, incomprensión, faltas de respeto y/o violencia… en donde los actores descuidaron su relación al punto de únicamente estar juntos por comodidad, conveniencia económica, imagen social o sacrificio en pos de sacar adelante a los hijos, siempre corren el riesgo de terminar su relación con el cambio de sus circunstancias.
En esta etapa de la vida y en parejas que han vivido con estas últimas actitudes, se presentan con mucha frecuencia casos en los cuales las mujeres, al ver cumplido su objetivo de criar a los hijos y verlos autosuficientes, deciden que es el tiempo de separarse y prefieren continuar su vida en soledad o en busca de alguna pareja idealizada. Este proceder se acentúa cuando los hijos no nada más dejan la casa, sino también pueden hacerse cargo de su manutención; estas mujeres van eliminando la codependencia con su pareja, a la cual sintieron injusta, y sobrevaloran el apoyo y fortaleza de sus hijos.
Los problemas más comunes, a los cuales se enfrentan los hombres son: el desinterés de sus parejas en su vida sexual; la presión por las exigencias de los hijos, quienes en esos momentos están llegando a ser adultos; la carga económica y moral de sus padres y el propio desgaste natural por el paso de los años.
Esta etapa de la vida es la última prueba del matrimonio. Su fortaleza y conformación serán definitivas para poder subsistir, pues una gran cantidad de relaciones se acaban en estos momentos.
En parejas más grandes de edad, regularmente el hombre es quien más mal la puede llegar a pasar, debido a que ya no es el único proveedor, la mujer cuenta ahora con sus hijos y él no resulta tan indispensable. El hombre mayor es muchas veces maltratado, sobajado y en casos extremos considerado un mueble inútil y viejo, cuya única función es estorbar. El padre y/o esposo se vuelve un blanco de críticas y remembranzas por su estilo incomprendido de educar y sus debilidades como ser humano. Su eterna ausencia y alejamiento de las convivencias familiares, debido a sus múltiples ocupaciones y compromisos cotidianos, lo torna ajeno al desenvolvimiento de su familia y aún más vulnerable en formar parte de su integración y dinámica.
Al haber perdido o disminuido su principal característica como proveedor, el hombre es muchas veces considerado el viejo testarudo, impositivo o con ideas anticuadas, las cuales no son valoradas y se piensan inútiles en un nuevo contexto familiar; por ello no es muy apreciada ni necesaria su presencia.
Se prefiere, en ese contexto, a la mujer quien se ha convertido en abuela, con quien todos los nietos quieren convivir y los hijos venerar.
Ella resulta de mayor utilidad que el hombre pues tiene un enorme sentimiento e instinto maternal, el cual le permite continuar reuniendo a la familia y fortaleciendo su convivencia, aun cuando no se encuentra excluida de poder sufrir la misma suerte del hombre si su forma de actuar fue similar.
“Cosechamos lo que sembramos”
Debemos estar atentos de nuestras actitudes y no herir a nuestros seres queridos, fortaleciendo nuestros lazos de convivencia con respeto y tolerancia, así como ser flexibles en nuestras apreciaciones, nos permitirán una mayor integración y armonía en la familia.
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