Una razonable cantidad de narcisismo permite balancear la percepción individual de las propias necesidades en relación con los demás, en contraste, un narcisismo patológico habla de una autoestima baja la cual la persona encubre a través de una aparente seguridad en sí misma.
Ampliando un poco más la idea, una persona narcisista es aquella que sobreestima sus habilidades, es egoísta y por lo tanto tiende a ser desconsiderada con las personas que le rodean, tiene una necesidad excesiva de admiración y afirmación, tiene un alto grado de vanidad, se considera especial y única, carece de empatía y por ende en la mayoría de los casos tienden a explotar o abusar de la gente dependiendo del rol que juegan. En cambio, una persona que goza de una buena autoestima, se sabe valiosa por lo que es y no por lo que tiene o por lo que hace y puede reconocer sus cualidades y sus defectos tanto en sí misma como en los demás.
Cuando una persona tiene baja autoestima es casi un hecho que elija como pareja a alguien similar (no perdamos de vista que en una relación todo es reflejo), la diferencia es cuando el otro tiene tendencias narcisistas, en este caso la posibilidad de que haya una verdadera relación de pareja y de crecimiento mutuo es limitada porque son otras cosas las que dan soporte a la relación, dicho en otras palabras, cuando se vinculan un narcisista y una persona con un nivel de autoestima bajo, se entra en una dinámica en donde la persona narcisista tiende a ignorar los deseos de su pareja, se relaciona sin un compromiso genuino o directamente busca que las cosas se mantengan a nivel de aventura, no acepta las diferencias de personalidad y busca cambiar a su pareja a su estilo y acorde a sus necesidades, no respeta o invade el espacio personal del otro.
Cuando en ambos casos hay una baja autoestima fácilmente encuentran el conflicto y lo atraen por sus propios temores e inseguridades. Incluso de manera inconsciente es así como se buscan relaciones destructivas o “prohibidas” por ejemplo con personas casadas. El mensaje implícito en todo esto es el no querer estar solo o sola por no tolerar el vacío interior y el deseo de sentirse valorado o valorada a través de la pareja.
A manera de síntesis podríamos decir que una persona que sabe estar sola consigo misma, que se ama y tiene claro que sus carencias las puede cubrir ella misma no en un sentido egocéntrico, sino en un sentido sano, es aquella que está realmente preparada para comenzar y mantener una relación en pareja porque entonces podrá valorar lo que puede ofrecer en una relación y el deseo de estar con su pareja estará sustentado en un amor maduro, en el deseo de compartir y buscar hacer feliz al otro obteniendo lo mismo de manera recíproca.
*Las opiniones contenidas en este artículo son responsabilidad del autor.
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