El desarrollo de la autoestima en un hombre y en una mujer se relaciona íntimamente con la que tuvieron con sus propios padres y cómo fue la educación que recibió el pequeño (a) en los primeros años de vida, también influye en la forma de actuar en casa. Todo esto se traduce en la forma de ser cuando se es adulto y se lleva una relación de pareja.
La satisfacción de amar y ser amado enriquece por dos caminos: el amar es un sentimiento muy estimado y ser amado es el fin primordial que le hace sentir a la persona un incremento de la autoestima. Cuando nos sentimos amados y cuando amamos, nuestro cuerpo se abre y todo el organismo funciona con mucha vitalidad. La autoestima puede considerarse como un estado de bienestar fundamentalmente afectivo y que deriva del funcionamiento integrado y armonioso de todas las estructuras biológicas y mentales.
La autoestima se genera dentro de la díada madre-hijo al establecerse un clima de confianza, en la cual la meta es que el niño logre un sentimiento de certeza en las personas que se encuentran en su mundo. La madre, como certeza interior, da persistencia, continuidad e identidad y tal experiencia le proporcionan al niño un sentimiento rudimentario de identidad y autoestima que depende del reconocimiento de que existen representaciones internas de sensaciones e imágenes recordadas y anticipadas que están correlacionadas con las personas familiares que son previsibles, por lo que comienza a reconocer que el mundo externo es confiable. La perturbación en este proceso de maduración, predeterminado evolutivamente, es lo que puede conducir a una baja autoestima.
En el proceso amoroso existen muchos elementos que están interactuando a la vez, entre ellos la autoestima, y que en gran medida son inconscientes, lo que facilita la creencia de que casi somos ajenos a nuestras vivencias amorosas y al rumbo que le genera a nuestra vida. En períodos en que se viven crisis afectivas, rupturas, los sentimientos son de duelo, abandono, rechazo, lo que nos lleva a una baja autoestima. Son la manifestación del dolor interior.
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