Descubres o te enteras que tu pareja ha sido infiel. Pasas por las típicas etapas del duelo (te han contado): incredulidad (No es cierto), negación (Esto no me está pasando a mí), duda (¿cómo pudo ser?). Viene la rabia, el temor, la decepción y otras tantas reacciones… muy probablemente te preguntes “¿por qué a mí? ¿Qué hice mal? ¿En qué fallé?”. Te planteas ventajas y desventajas sobre la situación, todo en aras de no perder el control.
En realidad, te sientes a la deriva, viendo cómo suceden las cosas, con dolor emocional e incertidumbre sobre el camino a seguir. Asumes una cierta aceptación, lo cual no implica olvidar. ¡Lo que faltaba! ahora “¿cómo se lo digo a mi familia, amistades, a la gente del trabajo? ¿Es recomendable dar explicaciones o fingir que nada sucede? O de plano ¿subirlo a las redes sociales?”
Si eres mujer no faltará quien te diga “disimula y sigue adelante. Se trata sólo de sexo... no te preocupes, ya pasará.” Si eres varón la respuesta es otra, pues al vivir en un sistema patriarcal, la sociedad y hasta las leyes tienen otra vara para medir la infidelidad. ¿Qué hacer para salir de ese cuadro tan doloroso y no se convierta en un modelo para futuras relaciones? Porque la infidelidad es en realidad un síntoma de la serie de crisis por las cuales una pareja atraviesa y significa que de seguro hubo señales que no supiste o no quisiste identificar. Fingir que el hecho no existió no ayuda en absoluto.
¿Puede la autoestima servir como un escudo protector contra la infidelidad? ¡Sí, claro! pero no para cambiar a quien cometió la infidelidad. Si a estas alturas todavía estás esperando el cambio de los otros, es el momento de reconocer que, en esa posición de pasividad expectante, todo seguirá igual. Debes empezar a tomar conciencia de que al único ser en el planeta a quien puedes cambiar es a ti y en el amor, es necesario llegar con poderío para conseguir amar. Como señala Marcela Lagarde: “las mujeres modernas necesitamos ser ciudadanas”.
Quizá nunca te dijeron que el amor básico y más elemental es el que tendrías que sentir por ti, tan sólo por el hecho de existir. Aquí tu autoestima es mucho más que una declaración de amor a ti misma/ mismo, se trata de un proceso de toma de conciencia, de aprecio por la vida y la responsabilidad en esa búsqueda de sentido, en conjunto con las otras y los otros; si no te amas a ti ¿cómo poder amar a otras u otros? ¿Cómo dar lo que no se tiene?
La autoestima y el amor tienen relación con hacer oír tu voz y practicar tu ciudadanía. Aunque no lo creas, amar a alguien tendría que hacerse desde el ejercicio de la ciudadanía: se cuenta con derechos y obligaciones. Si eliges a quien gobierna el lugar donde habitas, puedes también elegir con quién compartir tu techo y espacio vital. Si le quieres poner reglas al mundo, por qué no poder organizar tu vida cotidiana. Si te ubicas en el centro de tu vida con la certeza de tu valía, cambias de lugar frente a la infidelidad: tu posición no será de vulnerabilidad como la víctima (sólo mirando), estarías actuando para prevenirla y evitarla, alerta a las señales que te marcan focos rojos.
En este tema de la autoestima, como en muchos otros, de nuevo el ordenamiento social patriarcal marca grandes diferencias entre mujeres y hombres, dada la jerarquización social de los géneros y esto se reproduce en la valoración de uno y otro sexo y por supuesto, no tiene el mismo rechazo la infidelidad si proviene de una mujer que de un hombre.
A ti como mujer te educaron más en el apego a la familia, a la casa y con un gran temor a la soledad: << Ya “perdí” tantos años de mi vida con ÉL, si no se casa conmigo ¿qué voy a hacer? ¿Qué van a pensar de mí? >> Y si dices “Sin ti me muero” es que tu miedo a la soledad es monumental, porque así te educaron, no sólo a ti, sino a la mayoría de mujeres y es justamente en soledad donde se desarrolla la autoestima, por ello es básico permitirte hacer la conexión interior a través del recuerdo, la reflexión y la comprensión; sólo así puedes experimentar la autonomía de ser humana e independiente.
Si quieres usar la autoestima como escudo protector contra la infidelidad, debes estar consciente de los recursos con que cuentas y no me refiero sólo a recursos económicos, que sí son importantes, pero también recursos vitales: tener voz propia, anhelos, deseos y proyectos propios, mismos que servirán para darte la capacidad de negociar en el amor, como lo harías en cualquier otro proyecto por emprender (decidir una profesión, un negocio, estudiar en otro país) en donde haces una evaluación de sus ventajas y desventajas.
Reitero, la autoestima significa la propia auto-valoración y aprecio por una misma o uno mismo (Steinem, Gloria; 1995), pero no en abstracto, ni igual para todas y todos, ni sólo a través de técnicas para cambiar de hábitos o gritando mensajes positivos que encenderán tu vida y demás. Sino aterrizando en tu realidad, contar con un empleo más o menos firme en tiempos del neoliberalismo, de seguro eleva tu autoestima. Podrás leer todos los libros de autoayuda y quizá no te hagan el menor efecto porque no le funcionan igual a todas las personas.
Recomienda Virginia Woolf (1882-1941) en su maravilloso texto Un cuarto propio, una mujer (*) para escribir necesita una entrada fija de dinero y un cuarto propio, sólo a partir de esas dos posesiones puede empezar a construir sus sueños, proyectos o lo que decida y esa será la base de su autonomía. A partir de tener un espacio propio podrás reconocer lo que te gusta, identificar la fantasía de escribir, pintar, viajar... lo que sea importante para ti. Lograr que tu auto concepto dependa de lo que tú piensas de ti y dejando de querer cumplir las expectativas de otras y otros, eso es el inicio de la independencia y autonomía. Y hasta quizá dejará de ser una preocupación contarle al mundo que te fue infiel, porque lo podrás decir desde la seguridad de tu valía y no como una víctima más de la infidelidad.
Fuentes bibliográficas:
Lagarde y de los Ríos, Marcela. Claves feministas para la autoestima de las mujeres. Cuadernos Inacabados Número 39. Editorial horas y HORAS. Madrid 2001.
Steinem, Gloria. Revolución desde dentro. (Un libro sobre la autoestima). Editorial Anagrama. Barcelona. 1995.
Woolf, Virginia. Un cuarto propio. (1929) Editorial Colofón. México, 2002.
(*) Woolf se refiere a las mujeres, podrían incluirse los hombres también.
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