“La mujer, por el hecho de serlo, seduce, provoca. Si denuncia la violación, tiene que demostrarla (…) Todo está preparado para que la violación acabe siendo definida como una seducción de la mujer al violador”
Isabel Vericat Núñez (Abogada)
Sino hubo golpes no fue violación. Esto es lo que muchas mujeres llegan a pensar en su confusión.
Una joven fue a una fiesta a casa de conocidos, tomó algunas copas de más y para evitar el regaño familiar decidió no regresar a su casa y dormir en el lugar. Un desconocido entró al cuarto y la violó, pero ella se enteró cuando todo había terminado; haciéndose un alboroto, pues quienes seguían en la fiesta se dieron cuenta del hecho. Hubo quien le decía “vamos a denunciar” y quien decía “no es violación porque no te golpeó, lo hizo sin violencia”. En el aturdimiento ella decidió no denunciar en ese momento, irse a casa a bañar y tirar su ropa; eliminando todas las pruebas. Aun así, denunció.
En este caso encontramos tres mitos vigentes en pleno siglo XXI. Primero: el plantear que si no hay golpes o violencia manifiesta, implica que no haya habido violación, ¡por supuesto que la hubo!, si la consideramos como un hecho sexual practicado bajo dominación física y sin consentimiento de la víctima; para Isabel Vericat (1989) “la violación es franca imposición, ajena al deseo, es un robo, un atropello físico y psíquico que implica aplastamiento, tortura”. Hay un consenso generalizado entre grupos de mujeres que rechazan aceptarlo como un acto sexual en sí, sino más bien como un acto de ejercicio de poder y de violencia, el pene usado como arma.
Segundo mito: frente a esta violencia en el imaginario colectivo, se espera que la mujer luche denodadamente, se resguarde del ataque y queden señales de forcejeo en su cuerpo; sin embargo, como en el evento relatado ella estaba dormida y no se resistió, se presume que miente. Pero no es necesario que la víctima esté dormida para no resistirse, en otros casos la mujer puede estar tan aterrorizada que se paraliza y no opone resistencia, permitiendo a los perpetradores argüir que hubo consentimiento.
Tercero: en el caso reseñado la víctima estaba profundamente dormida por ser de madrugada y los efectos de las copas, por cierto, el que ella estuviera embriagada la descalifica inmediatamente, permite al violador justificarse y dirigir la responsabilidad de su ataque hacia la víctima. No se considera, por un minuto, que si la mujer está intoxicada no significa que está a la disposición del perpetrador o “pidiendo que la violen”.
Aclaremos que la violación es el único delito en el que se tiende a culpabilizar a la víctima; desde no creer en su palabra, pues de inicio persiste la idea convertida en mito de que es la mujer quien provoca la violación, que además es un grave problema que esta creencia esté presente entre algunas autoridades ante las cuales hay que acudir a denunciar: “yo creo que principalmente, este, la mujer se quita mucha ropa (…) muestra los senos, la ropa ajustada, este, la falda corta; en fin… la mujer lo provoca…” (Comentario informal de un policía). Esta es una constante, dudar de ella por la forma como va vestida, la hora o el lugar donde ocurrieron los hechos: “ella se lo buscó”.
Estadísticas del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP) indican que durante el primer semestre de 2017 se denunciaron en el país 16,631 delitos sexuales, de los cuales 6,444 fueron casos de violación. De acuerdo con el sitio Animal Político (08-2017), tal cifra indica que se presentaron 92.4 denuncias por delitos sexuales cada día, lo que representa un caso cada 16 minutos en promedio. Si solo consideramos la violación, la media del reporte es de 35.8 casos, un promedio de una denuncia cada 40 minutos. Las denuncias por violación repuntaron 6.2% (predominan los sub-registros pues no todas las violaciones se denuncian). Pese a ser una práctica ilegal, todavía prevalece en Sonora, Campeche y Baja California la costumbre de indultar a los violadores de menores de edad si se casan con sus víctimas. (El País; 2016).
Con el auge del pensamiento conservador se ha agudizado culpabilizar a las mujeres por la violencia sexual, debido a que trabajan, estudian, viajan… y una de las recomendaciones es que las mujeres no salgan de sus casas. Aunque… permanecer en “el hogar, dulce hogar” no las exime de los perpetradores; pues no siempre la casa es el lugar más seguro: 30% de las violaciones en México, son cometidas por un familiar (padre, esposo, amigo, primo, hermano, tío, cuñado, suegro, abuelo…); los responsables de la violación de mujeres suelen ser personas conocidas (23%); amigos (24%) y vecinos (7%). (Frías, Sonia; 2016)
La violación es una práctica muy antigua que los varones han ejercido contra las mujeres, en el marco del sistema patriarcal. En el Código de Hammurabi (Holland, Jack; 2010), en la antigua Babilonia, la violación se consideraba un crimen de adulterio por parte de la mujer y se le condenaba a muerte ahogándola. Un absurdo más es que en las antiguas leyes hebreas se obligaba al violador a pagar una suma de dinero al padre de la víctima y contraer matrimonio con ella (p. 34-35). Lope de Vega nos cuenta en “Fuenteovejuna” (Siglo XVII), que el levantamiento del pueblo o “la gota que derramó el vaso”, fue una violación o el llamado “derecho de pernada”, que concedía a los señores feudales la atribución de pasar la primera noche de boda de una pareja (antes que el novio), con cualquier muchacha vasalla de su feudo que fuera a contraer matrimonio con uno de sus siervos. Más que un derecho era un abuso sexual contra mujeres consideradas “inferiores”. Este tema también estaba presente en la ópera bufa “Las bodas de Fígaro” de Mozart. Esto muestra que ha sido un tema recurrente y antiquísimo.
Lo lamentable es que siga tan vigente, y por ello hemos de tomar algunas medidas si el hecho sucedió: acudir a alguno de los Centros de Atención a Víctimas local, en la Ciudad o lugar donde ocurrió el delito (*) o FEVIMTRA en el ámbito federal. DENUNCIAR, nunca dudarlo. No acudir sola, buscar el acompañamiento de una persona de confianza. Anotar el mayor número de pormenores para hacer un retrato hablado del perpetrador. Si es alguien conocido, no dudar en denunciarlo. Al hacerlo te proteges y proteges a otras mujeres. Se recomienda: ir sin bañarse y de preferencia, con la ropa que se llevaba puesta durante la agresión. Puede ser que haya algún vestigio del agresor. Tratar de conservar todas las pruebas. Si se dejó pasar días, semanas y hasta meses, hay que denunciar. Hacerlo es fundamental para acabar con esta violencia. Es básico hacerse de inmediato una prueba de embarazo y del Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) y otras infecciones de transmisión sexual.
Lo sucedido fue un evento violento y comparado con toda tu vida es eso, un evento; habrá que buscar cómo superarlo, haya sido con violencia manifiesta o sin ella; fue una agresión de la que es posible recuperarte con ayuda familiar, de amistades y con apoyo especializado. Sí, viviste un acto de violencia contra tu cuerpo, pero puedes conseguir que no dañe tu autoestima ni tu espíritu, continuar con tu proyecto de vida y lograr que no robe tus sueños, ahí siguen, y habrá que renovarlos.
Referencias:
(*) Centro de Atención a Víctimas de la Procuraduría General de Justicia de la CDMX.
(**) Fiscalía Especial para los Delitos de Violencia Contra las Mujeres y Trata de Personas (FEVIMTRA). Para Delitos Federales.
Frías, Sonia (abril-4-2016). La cultura de la violencia sexual en México y sus víctimas.
https://horizontal.mx/la-cultura-de-la-violencia-sexual-en-mexico-y-sus-victimas/
Holland, Jack (2010). Una breve historia de la misoginia. El prejuicio más antiguo del mundo. Editorial Océano. México.
Vericat, Isabel (1989). “De qué hablamos cuando hablamos de violación”. Segundo coloquio sobre la sexualidad en México. Casa del tiempo, Vol. VIII. No. 84, México.
Animal Político. “Repunta la violencia sexual en 2017: se denuncia más de un caso de violación cada hora.” https://www.animalpolitico.com/2017/08/violencia-sexual-2017-violacion/
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