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Adolfo Amescua

Amor y obsesión.


El amor es el mayor y más importante sentimiento del ser humano, tan es así que es difícil definirlo. Se podría sintetizar o hablar de él como el motor que nos lleva a darnos, a servir, a tener una auténtica y sincera comunicación siempre en una forma positiva y que nos llevará a un desarrollo personal. Cuando manejamos el amor en nuestra vida y con los que nos rodean, tales como pareja, novios, esposos, familiares, amigos, compañeros de trabajo, es decir con cualquier persona con la que interactuamos obtenemos tranquilidad y paz interior y exterior. Nuestras relaciones se hacen más ricas.

Dar amor es ser amable, sonriente, dar asistencia y ayuda real psicológica, espiritual y de tiempo a los demás. Todo esto y más son los cimientos del amor. No acabaríamos nunca de describirlo. Dentro de una relación íntima de pareja, si ésta está basada en el amor, las personas crecen, y pueden manejar los problemas y obstáculos con mayor facilidad que vayan surgiendo en sus vidas, ya que el sexo en este caso es un alimento extraordinario y complementario para ir fundamentando cada día más su relación amorosa.

Por otro lado, la obsesión por una persona, es estresante, y dañina ya que el cuerpo e inteligencia de la persona, se enfocan en satisfactores externos y premisas tales como “todo se vale” con tal de obtener lo que yo quiero, o a quién yo quiero. No importa lo que tenga que hacer, ni encima de quién tenga yo que pasar o dañar. El fin justifica los medios.

Por supuesto, esto no es válido ya que la persona que es objeto de la obsesión se convierte en un satisfactor pasajero solamente, perdiendo toda su valía. Este tipo de relación está predestinada al fracaso, pues carece de fundamentos, ya que se utiliza para satisfacer el instinto y el deseo obsesivo y no complementarse como una pareja estable. En este tipo de relaciones aparecen las máscaras, se manejan con engaños, la autenticidad no existe y, por lo tanto, en la mayoría de los casos, a la larga, las personas se dan cuenta que todo el daño que se hicieron e hicieron a otros no valió la pena. Esto ocasiona un sentimiento de vacío.

La fidelidad, fruto del amor, va a repercutir en una mejor salud física y mental.

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