Desde el principio de los tiempos para el humano, la necesidad de supervivencia hizo que los géneros adquirieran habilidades diferentes y adoptaran roles sociales de acuerdo a su labor cotidiana.
Aun así, desde esos tiempos ambos han sido sujetos de adoptar roles distintos a los asignados, debido a circunstancias que ponen en riesgo la vida de la descendencia o de la especie.
Lo anterior nos lleva a reflexionar: por naturaleza y por costumbre tenemos roles asignados a cada género, variables de caso en caso. Es importante señalar la identificación psicosexual y el modelaje, psicológicamente forman parte esencial de la identidad de género en cada cultura. No es necesario que el hombre sea el proveedor, siempre y cuando exista un proveedor, ni que la mujer sea el ama de casa, cuando se realicen los quehaceres domésticos relacionados con el bienestar de la familia.
La creciente necesidad de tener al menos dos ingresos por familia, imperante en los últimos años en nuestro país, ha marcado de manera importante el tejido sociocultural de nuestra ya tan golpeada sociedad.
Las mujeres emprendedoras han abierto brecha en el mercado laboral que, en el año 2000, era de 71% y 31% para la población masculina y femenina respectivamente (Centro de Estudios Demográficos y de Desarrollo Urbano, El Colegio de México). Existe menor competencia laboral para las mujeres en relación al total de la población, derivando en mayor oportunidad de obtener mejores condiciones de trabajo y por ende mejores trabajos.
En conclusión, las tareas del hogar pueden ser realizadas por ambos o cualquiera de los padres, dando lugar al modelaje adecuado, asexuado y responsable de las vicisitudes que conlleva un hogar armonioso.
En sociedades como la hindú, existe un tercer género llamado eunuco, el cual, al no sentirse identificado con el rol masculino asignado, genera una conducta sexual nueva (asexuada), encargado de amenizar eventos, bodas y demás festividades sin la obligación de seguir el modelo psicosexual de dicha cultura.
Me parece lastimoso que una sociedad como la mexicana sea vea en el entredicho de menospreciar las labores realizadas por cualquier género y discrimine lo que, por circunstancias sociales, se han visto a hacer las parejas de hoy en día.
La autoridad no está en juego, la identidad psicosexual tampoco, es sólo cuestión de adaptación; habilidad que por excelencia caracteriza al ser humano. Pareciera ser que no estamos siendo capaces de modificar dichos roles en pro de un fin superior: la armonía familiar.
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