La amistad se inicia por una empatía entre dos personas las cuales pueden trabajar en la misma empresa, estudiar en la misma escuela, frecuentar los mismos lugares o simplemente tener los mismos amigos.
La relación de amistad entre un hombre y una mujer es más compleja ya que se puede quebrantar cuando alguno de los dos llega a manifestar un sentimiento más profundo por la otra, es decir, enamorarse, lo que no sucede normalmente entre personas del mismo sexo.
Nuestra experiencia profesional nos ha demostrado que normalmente, el constante contacto de una persona con otra y la empatía que sienten puede lograr que el aprecio crezca pudiendo dar paso a una relación sentimental y/o física.
El compartir un punto de vista, un hecho o simplemente una conversación nutrida generan un sentimiento de aceptación y comprensión que reconforta al grado de desear frecuentar esa compañía descuidando los principales elementos que dieron origen a esa amistad y que lejos de alimentarla, se confunde con enamoramiento.
La probabilidad de que una amistad se transforme en una relación de pareja dependerá de la situación personal de cada uno de ellos, pues la actitud que manifiesten, sus necesidades personales y sus circunstancias en el aspecto sentimental, sexual, de autoestima o material, disminuyen o aumentan el interés hacia la otra persona.
En una sociedad como la nuestra en que la prisa, los compromisos, las obligaciones y la falta de tiempo para la convivencia son una constante, es natural que en los espacios que se tiene la posibilidad de interrelacionarse se aprovechen al máximo, muchas veces para llenar esa falta de atención y de consideración hacia su persona por sus familiares, conyugues, vecinos, etc.
La amistad es un solaz en el cual las personas se refugian para obtener momentos de desahogo y de comprensión dejando atrás la presión social en la que día a día se vive.
Es observado comúnmente que en los matrimonios en los que uno o ambos conyugues trabajan y tienen una vida muy acelerada, con poco tiempo de convivencia, se ven en la necesidad de buscar la atención no encontrada en la pareja formando amistades muy cercanas en sus centros de trabajo, en los clubs, en las escuelas o en aquellas personas con las que se tiene un contacto cotidiano, que termina en algunas ocasiones, en una relación sentimental o física profunda.
En conclusión, la amistad entre un hombre y una mujer puede llegar a existir mientras mantengan equilibradas de manera personal sus necesidades físicas y sentimentales. De otro modo es fácil buscar en un amigo lo que falta en la relación de pareja y caer en la infidelidad.
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