Son muchas las formas en que se manifiestan las mujeres al saber que sus parejas les son infieles o que simplemente lo presumen. En nuestra experiencia hemos visto mujeres desconsoladas, otras desesperadas, unas más incrédulas, otras sorprendidas, otras tantas irritadas, unas más determinadas y muchas otras alegres.
Todas estas manifestaciones y muchas otras más se presentan en las mujeres dependiendo de su edad, los años que tienen de matrimonio, su posición económica, si tienen alguna actividad laboral o no, la edad de los hijos, su preparación académica o escolaridad, etc. Es curioso encontrar personas que en lugar de enfadarse se alegran porque sus parejas tienen alguna relación extramarital y hemos podido detectar en estos casos que lo que buscan es una justificación social de lo que consideran un tormento cotidiano, máxime si se cuentan con posibilidades económicas, los hijos son independientes y el hombre ha terminado de mantener su subsistencia.
Otros casos más tristes son aquellos en los que durante años se ha forjado una familia y se ha idealizado una vida en común para toda su existencia y súbitamente descubren, casi de manera accidental, que su pareja les ha sido infiel durante muchos años al punto de posiblemente tener otra familia.
Tras una infidelidad o algún otro problema conyugal, las mujeres con posibilidades económicas pueden mantenerse en matrimonio más por afecto o imagen social que por necesidad, en contraste con las mujeres dependientes económicamente de sus parejas, quienes permanecen con su marido por necesidad más que por afecto.
Las mujeres jóvenes, por falta de experiencia, se casan con un ideal y con mayor facilidad se separan ante la posibilidad de afrontar una realidad que desconocían ya que su juventud les ofrece mayores oportunidades para reconstruir su vida. En cambio, muchos años de matrimonio o de vivir en pareja deterioran las posibilidades de la mujer de trabajar porque se ha dedicado a los hijos; de ahorrar porque está acostumbrada a darlo todo; de relajarse porque se ha convertido en dependiente y su físico ha sufrido el deterioro natural de los años, lo que la hace vulnerable y codependiente. Muchas veces en contra de sus propios intereses y deseos, deja de buscar la separación para resignarse con la tolerancia diaria.
Sin embargo, la mujer afronta todos estos casos con enorme valentía y entereza, logrando superar tarde o temprano todos los obstáculos aun cuando tienen la gran responsabilidad de criar a los hijos.
*Las opiniones contenidas en este artículo son responsabilidad del autor.
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